lunes, 12 de septiembre de 2011

Goio Villanueva: Jazz Portraits 2007-2010




Hola de nuevo. Después de un largo y ancho descanso estival, en el que no me ha faltado o no he echado en falta nada, entre buenos amigos y amigas, a ras de suelo y de playa, de concierto en concierto y toco porque me tira, de cerveza en cerveza y del cine al chiringuito, sardinitas, boquerones, pulpo, sepia, chipirones, paseos en bicicleta y baños altamente terapéuticos en la mejor cala del mundo, héme aquí de nuevo, digo, renovado, satisfecho y, pese a la crisis, bla, bla, bla, activo y con ganas de seguir haciendo cosas útiles (al menos para mí).

Y para comenzar quiero hablaros de uno de los momentos más álgidos, en todos los sentidos, del pasado mes de agosto: la visita que un grupo de amigos hicimos a Las Cuevas del Rodeo, el castizo barrio alto de Rojales, Alicante (muy cerquita de Guardamar, en plena vega baja del Segura), para ver la exposición (la tercera en pocos meses) de fotografías de jazz en blanco y negro de nuestro admirado amigo y compañero Goio Villanueva, titulada Jazz Portraits 2007-2010.

Dicha barriada se alza al sureste del pueblo de Rojales coronada por viejas cuevas habitadas (de ahí su nombre), algunas de las cuales han sido reconvertidas en garitos de jazz (con actuaciones en directo), talleres de artesanía o salas de exposiciones, como la denominada Sala Mengolero, en la que ha estado colgada durante algo más de un mes una amplísima (alrededor de 70 retratos), espléndida y selecta muestra del minucioso quehacer del fotógrafo de jazz Goio Villanueva.

La exposición contó con el patrocinio de la Concejalía de Cultura del Ayuntamiento de Rojales, la Comunidad Valenciana y la Asociación Artístico Artesanal Cuevas de Rojales. El lugar, os lo aseguro, es digno de ver. Y merece mucha más difusión y potenciación de las que actualmente recibe. Me alegro de que Goio haya expuesto en una sala tan idónea para la nitidez y la quietud de sus fotografías y de la que a buen seguro los propios protagonistas de las mismas estarían orgullosos; una exposición que, de haber sucedido en New York, Madrid, París o Barcelona, podrían haber disfrutado unos cuantos miles más de espectadores, pero que no por ello deja de ser para mí ni más excelente ni más valiosa.

Enhorabuena, pues, a Goio, y gracias por darnos una vez más la oportunidad de ver ampliados y magníficamente impresos en papel tantos de sus mejores retratos de jazz en blanco y negro (y alto, y claro, y profundo).

En fin, cualquier imagen suya vale más que mis palabras, de modo que pasad y ved por vosotros mismos. He seleccionado las fotos de mi reportaje en las que solo se ven los retratos de Goio y los distintos espacios de la sala vacía, sin ninguno de los amigos que acudimos a la cita paseándonos por allí, salvo una en la que se coló Miguel Ángel Monda y la última con mi sombra que saluda o dice adiós.

Salud y mucho jazz en vuestras cuevas.













































POSTDATA: acabo de añadir la foto del caballete que daba la bienvenida a la entrada de la exposición y he pensado que lo más coherente es colgarla abriendo el post, en sustitución de la que ahora aparece encabezando todas las demás. Y, a petición de Andrés Garrido, cuelgo también el pequeño portrait que le hice a Goio sobre el mantel durante la cena en Rojales. Acabé recortándolo, claro, y dedicándoselo..., y desde entonces lo lleva siempre consigo en su cartera. [25/IX/11].

Un año sin Julio Muñoz

[Obituario publicado hoy en la edición impresa del Diario La Opinión de Murcia bajo el título 'Un año sin un emblemático bajista de ...